El idioma visual de las ciudades
📅 Octubre 5, 2023
Soy una persona curiosa, esa curiosidad se mueve entre intereses pasajeros y obsesiones. Paso temporadas absorta en algún tema y luego, como una nube que pasa, esa idea se va. Y llega otra.
Las actividades que realizo me permiten leer varias horas al día. A veces es un libro y, en ocasiones, puedo dedicar tiempo a perderme en Internet siguiendo pistas, explorando YouTube o buscando archivos perdidos.
Me pareció que este blog podía ser una buena idea para compartir esas historias, para alegrar a mi yo pequeña que se pasaba horas en la biblioteca de una pequeña ciudad.
Uno de los temas que me obsesiona es la ciudad. La investigo como lectora y flâneur, acercándome intuitivamente a la antropología, el urbanismo y la psicogeografía.
Las ciudades que habitamos se reflejan en nuestra personalidad. Pasé mi niñez en una ciudad a orillas del río Paraná, marrón, profundo, caudaloso, repleto de peces y barcos. Una ciudad del llamado “cordón industrial”, paradójicamente sin playas, y tampoco parques o bosques, sin centros culturales ni museos o clubes sociales, con algunas plazas siempre vandalizadas, limitada por autopistas y rodeadas de dos grandes ciudades portuarias.
Mi mamá nos hizo socios de la biblioteca a mis hermanos y a mí, y mi papá nos alentaba a ir en bici hasta allí. Ellos y esa ciudad en la que crecí fueron quienes fomentaron dos grandes pasiones: la lectura y los paseos.
Las ciudades nos condicionan mucho más de lo que solemos percibir, fomentan determinadas conductas según cómo se organiza el espacio público, nos generan alegría, nos aburren, nos distienden y nos invitan a sociabilizar o nos violentan.
En uno de mis libros preferidos, “Diarios de bicicleta”, David Byrne sugiere que somos un animal social, y que las ciudades manifiestan las creencias más profundas y los pensamientos inconscientes, los principios y esperanzas de ese animal. Todo eso está a la vista, en las fachadas, los museos, los iglesias, las tiendas, los edificios de oficinas y en cómo esas estructuras se relacionan entre sí o, a veces, en cómo dejan de hacerlo. “Nos hablan, en su propio lenguaje visual”.
Al mismo tiempo, las ciudades, nos espejan. Nos devuelven algo de nosotros mismos, como una forma de exploración introvertida.
Al viajar o alejamos de los entornos físicos familiares muchas de las conexiones de nuestra psique se aflojan, habrá quienes se sientan aturdidos o desorientados y quienes se sientan estimulados. En ocasiones puede ser beneficioso, puede abrir tu mente al sugerir nuevas percepciones.
Explorar una ciudad desconocida a menudo nos lleva a fantasear con vivir allí. Tomamos el tiempo para descubrir sus lugares pintorescos, capturamos fotos de sus detalles y postales encantadoras. Sin embargo, en ocasiones, descuidamos la historia de nuestros propios barrios, quizás paseamos en pijama hasta la verdulería y nuestros pensamientos solo se enfocan en las próximas vacaciones.
Dibujar en la ciudad, pasear en bicicleta o caminar despacio, son formas de habitarla creativamente. Si bien el contacto puede ser superficial y particular, también puede ser entendido como una forma de exploración introvertida, usando la ciudad como espejo, leyendo esa trama que solo la calma y el tiempo creativo y ocioso pueden posibilitar. Explorar nos conecta con algo más grande, nos une un poco más
¿Cómo habitas tu ciudad? 🏙 ¿Cuándo fue el último paseo dónde descubriste algo nuevo? ¿Cuándo fue la última vez que te perdiste?